Miraste al
pasado y te diste cuenta de tus errores. Viste tus fracasos.
Miraste al
futuro y vistes tus objetivos.
Pero jamás
tuviste la capacidad de ver el presente, de mirar a tu alrededor, de disfrutar
cada día. Estabas demasiado ocupado recordando el pasado y planeando el futuro,
que te perdiste la diversión del presente.
Solo querías
cumplir los 18, empezar a estudiar una carrera, conseguir un trabajo…
Intentaste ser un adulto antes de tiempo, y así te perdiste las experiencias
que trae la adolescencia: las salidas con los amigos, el primer beso, los
juramentos de amistad eterna, las risas sin sentido y el sabor de las primeras
lágrimas de decepción.
Decías que
tu mente pensaba en otras cosas de mayor importancia, tú siempre intentando
alcanzar la madurez, a veces me empezabas a hablar de política, yo no entendía
de eso, y la verdad prefería no hacerlo. Sé que a veces no me escuchabas, que
yo te parecía demasiado infantil, inmadura e impulsiva. Pensabas que ser adulto
significaba no sufrir más, poder controlar tus sentimientos y tus emociones.
Un día me
dijiste que tu mente tenía cosas más importantes que hacer, que escucharme a
mí. Eso me dolió, más de lo que jamás te dije. Tú me importabas mucho, más de
lo que creías. Pero tu nuncapudiste verme, estuve allí a tu lado todo el
tiempo, pero demasiado ofuscado en tus
asuntos, no te percataste de mi presencia.
Paso el
tiempo y mientras yo avanzaba por la cuerda floja del primer amor, las
amistades falsas, las mentiras, los secretos contados al oído…. Tú en cambio no
quisiste tomar ese camino, pensaste que ya eras un adulto, que podrías librarte
de caer, de equivocarte. Pero son los errores los que nos hacen mejores, son
las caídas las que hacen que nos levantemos cada vez más fuertes. Es necesario fallar
alguna vez. Pero tú eso no lo comprendías ¿verdad?
El tiempo corrió, dejando atrás la
despreocupación de la juventud y trayendo consigo los problemas de la madurez.
El mundo de los adultos era más complicado de lo que tu jamás pensaste. Lo peor
fue cuando te diste cuenta de que no todo lo que queremos se cumple. Al final
no conseguiste el trabajo que querías, acabaste en un piso asqueroso en medio
de la nada y encima estabas solo. Supongo que el destino hace lo que quiere con
nuestras vidas, aún por muchos planes que hayamos hecho con ellas.
Recuerdo ese
día, en el que entraste en mi casa llorando, diciéndome que eras un imbécil, que
habías dejado correr los mejores años de tu vida, y que estos jamás volverían.
Decías que no era justo que después de todo lo que habías sacrificado, la vida
hubiera decidido tratarte tan mal. Que darías lo que fuera por poder volver
atrás en el tiempo. Yo te dije que la vida no era justa, que no todo lo que
queremos se cumple, que lo único que podemos hacer es disfrutar de cada momento,
pues este es único e irrepetible.
Entonces me
besaste, y cuando yo te pregunté qué porque lo habías hecho tú solo me
respondiste “He aprovechado el momento”
By flordeverano
! Qué bonito!
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