Fue el destino quien unió nuestros caminos aquel siete de Mayo. Fue el destino quien hizo que perdiera las llaves y saliera tarde de casa, fue el destino quien quiso que tropezara al atravesar la puerta. Fue el destino quien quiso que el ascensor se quedara parado unos minutos, quien quiso que bajara desde el décimo por las escaleras por miedo a volver a quedarme encerrada. Todo ocurrió por algo.
Salí del edificio con casi media hora de retraso, la noche anterior había quedado con mi mejor amiga para ir a aquella fiesta, llegaría tarde. Camine tan rápido como me lo permitian los tacones con la mala fortuna de perder el equilibrio y caer de culo al suelo. Me levante tras varios resoplidos, incomprensiblemente aquel día la suerte no estaba de mi parte. Cuando pude divisar el edificio donde se celebraba la fiesta a pocas manzanas empezó a llover. Primero era solo un chisporroteo así que no le di importancia, pero las gotas empezaron a caer con más fuerza, el flequillo se me pego a la frente y decidí refugiarme en un portal. De pronto, noté una respiración en mi nuca. Me giré y estuve a punto de soltar un grito,pero unos ojazos que reflejaban paz azul, del chico que tenía delante, me calmaron. Y los minutos siguientes fueron perfectos, mientras la lluvia caía él y yo a escasos centímetros el uno del otro no decíamos nada, pero nos comunicabamos con la mirada. Pero cuando la lluvia cesó, la magia se rompió y sin una palabra de despedida cada uno se fue por un lado de la acera encharcada.
Ya no te he vuelto a ver, pero mantengo la esperanza de que si el destino quiso que nuestros caminos se cruzaran, fue por algo más.
By Ada.
By Ada
