Inmortal, capítulo decimotercero, by Ada

CAPÍTULO 12+1

En un lugar llamado Neverdark…

Se encuentra sentada en un cómodo sofá naranja. A su derecha, su abuela la mira con sus ojos grises centelleantes. A su izquierda, sentado sobre un butacón marrón, Selenio también le observa.

-¿Y cuando partiremos?- Pregunta la pelirroja intentando iniciar un tema de conversación.

-En dieciséis días.- Responden ambos adultos al tiempo. Y de nuevo, un silencio inunda la estancia. La tensión se palpa en el ambiente.

Violeta contempla las pocas fotos que hay en la estantería colocada sobre la chimenea. En la primera sale Luka de niño, muy sonriente y con el pelo alborotado. En la segunda pone: “Enlace de Alexandra y Selenio” y aparecen en la boda. Salen jóvenes y guapísimos, parecen muy felices. Observa a Alexandra detenidamente.Es hermosa y sus ojos y su cabello son tan negros cómo los de su hijo. Y ya, no hay más fotografías.

-¿Y hacia donde tendremos que ir?- Pregunta la chica.

-Luka lo sabe, ya te lo dirá él cuando llegue el Momento.- Contesta el hombre con semblante ausente.

-Sabe que le respeto, Selenio. Pero sería conveniente que todo lo que supiera su hijo lo supiera mi nieta también.- Replica la mujer molesta por su respuesta.

-No tiene por qué, Solaya. Su nieta tiene ni la cuarta parte de la preparación que ha recibido mi hijo. Así que con que uno sepa lo que hay que hacer, sobra.-Argumenta con tranquilidad.

-Creo que infravalora a mi nieta, Selenio.- Dice levantando la voz.

-Conocí a sus padres y te conozco a ti. Tengo razones para infravalorarla, ¿no cree, Solaya?- Se supone que la respuesta va dirigida a su abuela, pero el hombre le mira directamente a los ojos.

No puede más, esta ha sido la gota que colma el vaso. La joven se levanta roja de ira, y desaparece por la puerta sabiendo que si se queda más tiempo con ese hombre estallará, probablemente gritando verdades muy feas e hiriendo algún que otro mueble, y eso no lo puede hacer por el bien común.

Convierte su ira en lágrimas y camina con rapidez por los largos pasillos de la casa, mientras escucha las voces de su abuela en la lejanía.

Sigue caminando y pasa por delante de una puerta con una gran “X” en ella. Siente curiosidad por saber que guarda, pero al notar como unos pasos avanzan tras ella decide seguir con su camino hasta el exterior.

Finalmente, llega a su destino. Un gran jardín de gran césped bien cuidado, árboles de todas las clases y flores; sobretodo amapolas, muchas amapolas de todo tipo de colores. Se pregunta cuanta gente debe de trabajar para la casa.

Oye un grito de esfuerzo proveniente de una especie de caseta, pero más grande que una habitación normal. Con la estructura rectangular y las paredes hechas de cristal tintado. Debe de  ser el gimnasio.

Entra. Esta en lo cierto. La sala está repleta de aparatos para hacer ejercicio: bicicletas estáticas, pesas, colchonetas, aparatos para hacer abdominales y sacos de boxeo. Al final del gimnasio hay una puerta en la que pone: “ARMAS”.

-¡Violeta!- Le llama Luka que se encuentra en medio de un círculo de sacos de boxeo. Ella le observa detenidamente.

-¿Por qué haces boxeo con un traje de judo?- Pregunta fijando la atención en su cinturón negro. Él suelta una patada y un puñetazo más y la mira apartando el sudor de la frente, cómo si quisiera fardar de su evidente atractivo.

-Porque antes hacia kárate, no judo, y ahora hago boxeo.- Responde sonriente.- ¿Has estado llorando?- Pregunta acercándose a ella.

-¿Por?

-Tienes los ojos más claros y brillantes. ¿Por qué llorabas?- 

-¿Y a tí que te importa?

-Por extraño e inexplicable que parezca, me importa. Pero supongo que ese no es un motivo valido para que me lo cuentes. Así sólo puedo suponer.-  

Violeta le mira sin saber que responder. Luka sigue hablando.

-Y supongo que es por alguien, así que ¿por qué no imaginas que es el saco y le das una buena paliza?- Pregunta. 

Violeta le mira y le pega un pequeño golpe a la superficie de lona. Luka niega con la cabeza. Violeta recuerda las palabras de Selenio y eso basta para que descargue la ira congtenida en forma de patadas y puñetazos.Jadeante  se vuelve hacia el chico.

-Pobre del que se meta contigo.- Dice él.

-Pobre del que se meta conmigo.- Repite ella.

Y así se queda unos minutos, mirándole sin decir nada con el corazón latiendo con fuerza, puede que no solo por el ejercicio. Y él le devuelve las miradas, clavando sus ojos en los suyos mientras ella juega a buscarles las pupilas. Hasta que la magia cesa y como todo, se acaba. 

-Violeta... deberías ducharte. Es casi la hora de la cena.- Comenta, Violeta se sonroja.

Él se desata lentamente el cinturón dejando al descubierto su perfecto y musculado pecho Violeta enfoca la atención hacia su pequeño ombligo, sube por los abdominales hasta el tórax, pasa por sus bíceps y cruza el cuello hasta llegar a  sus labios. Y ahí se queda, sigue contemplando sus labios, que seguro serán mucho más dulces que los que jamás haya probado.

-Violeta.- Dice él sacándola de sus pensamientos.

-Sí, voy a ducharme.- Dice sin apartar la mirada, de hecho mientras camina por el pasillo sigue viendo los labios mentalmente.